Llega el cuarto momento, la cuarta vela de Adviento, ya llama a la puerta. Toca, oír y abrir. Dejar pasar. Nuestras cosas están como están y un invitado siempre trastoca el propio ensimismamiento, pero... llama y es Él. La no escucha, ya sabes, también es una respuesta. Un abrazo, muy buena semana