No me llames extranjero porque haya nacido lejos
o porque tenga otro nombre la tierra de donde vengo.
No me llames extranjero porque fue distinto el seno
o porque acunó, mi infancia, otro idioma de los cuentos.
En el evangelio Jesús nos dice que los primeros para Dios son los últimos y que cuando los acogemos, le acogemos a Él.
Hoy Jesús vuelve a interpelarnos con la pregunta del millón: ¿quién soy para ti?